Aparta la carne
lo superfluo, esconde
tu alma deshabitada,
recurre a los injertos del sueño,
ese insomnio que sufren
los hijos de las cañerías.
Los herederos de las cañerías
sus vestigios emocionales, lo vetusto
de aquella balanza económica y parcial.
Tenderos que equivocan su equilibrio
y es divertido aunque difícil
bailar en un autobús urbano.
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