Elizabeth Maldonado Manzanero

¿Cómo saber si se ha cumplido tu destino?

Raíz cercenada, hoja suelta dilatando en el viento el aterrizaje en el piso

fruto aun madurando sus remansos, risa solitaria que queda postrada

en el silencio de una habitación blanca, en esa cama que no hace nido.

Entre la salobridad de una lágrima que no da sabor de aliento  

con el temor pulsando en cada arteria como paisaje favorito del desierto.

Oh luna marmoleada de sangre y penumbra deja de anochecer mi alegría

desde mis muros de agua te lo ruego, te lo pido, su figura me esta tatuada.

No hay alimento nutritivo para la felicidad, solo pienso en ti, hijo bendito

sereno, descansando, libre de tubos y cortes sobre el albor de tu piel,

me abandonado en mi trance arropada por las vivezas de antaño,

me despojo de estas frazadas de tristeza, solo en este doblez de hoja  

sueño, sueño con un hondo visitar de tus ojos eternos y compasivos

prisionera de mi cariño, de mi primitiva república de te amos, sonrisas y besos,

hijo te pienso sano y devuelvo para ti la luz que irradiabas hasta en los cabellos

acuden a mis oídos los altavoces, las llamadas y quejidos se tejen con mis sombras,

cifro mi nostalgia con todos estos tormentosos desencuentros en un infatigable

infatigable, ingobernable inventario de pérdidas, de voces de risas, de colores, de ti,

sano, perfecto, amoroso, jovial… hijo de mi latido, embriagada de dolor el alma pena,

la esperanza se debate entre el dejarte ir y acunarte sobre mi pecho

contra a la dolorosa historia de punzar tus sentidos, aguijonearte de recuerdos

y permitirte respirar un segundo más… doblegada de pestes, distanciada de tu mano

cuento el recorrido de un tictac despiadado con nuestras crisis y nuestros resabios

parásitos pensamientos de sabernos vivos en la soledad del encuentro con tus palabras…