Sombra cristalina sueño de nácar
alrededores de su mirada amarilla Gran Flor
decaída la respiración
creció perfumando con tu tristeza que pesa los intrincados pasillos
un paso la ventana saludarás desnudando tu pecho colorado de cobre
Oh montañas
Árboles empinados como lamentos
que crujiendo muerde el viento muerto
a dónde lleva el camino negro?
doloroso ascenso caída vértigo nació estampando una estrella
en su anillo de plata delicada muchacha
la que se acercaba asomándose por el camino verde
a medianoche donde el silencio
acuclillada con sus manos en el río corriente
la visión acuática el océano habló
y su salto delicado pareció el de una estrella fugaz
fugada dulcemente en lúbrico baile su aroma esplende
fue a meterse rápida tras los arbustos en el ojo amarillo
Oh amado
la luz se abre invisible
el tacto etéreo la guiaba
entre montañas tan vivas como dioses
reclinados con sus rostros sombríos de saber
tú, Oh, tú los ignoraste a todos
solo te veía la Luna curiosa
atenta como una madre
cuando te desnudaste abriéndote vulvosa flor
a la unión de todas las sombras bajo el agua
que tu con honor sangraste una mañana elevada contra el cielo azul
celosa de tanto beso sus esquinas moradas empolvaste con tus labios
terrosos donde guardas sitio para que nazca
frescas hojas tu niña mineral
tu mente mecedora
hogar de sus travesuras como cuchillos a los ojos