Te ausentaste de repente, sin querer anunciar
que me ofrecías el cementerio de las ideas,
desorientado en el paraje del inmenso mar,
con escasa esperanza, cubierto por la marea.
Dejé de beber en el manantial de los poetas,
el agua disfrazada se evaporó en el azar,
en el abatido tiempo que marcan las saetas,
son momentos que la sequía crece sin parar.
Mi mirada está aún perdida en el color blanco
de una página brillante que regala su lecho
a las hermosas estrofas que de un poema arranco,
pero solo percibo los latidos de mi pecho.
La puerta mágica permanece toda cerrada,
mi espíritu olvidadizo ha perdido la llave,
la fuente de la imaginación, ya menoscabada
voló en los cielos en una desconocida nave.
José Antonio Artés