Conclusiones
¿Por qué
morir esta mañana
si lo voy a hacer de todos modos?
Me interpelo.
Mi Vida de escritorio,
sufrimientos banales ¡Poca cosa!
Reverencia al ocio,
a los caprichos,
a los dictados mudos, livianitos,
del que se cree innumerable,
crack único y eterno,
que murió de golpe por un paro
no lo velaron, ni lo lloraron,
o lo pisó un camión, mientras corría
y en el asfalto inmóvil, un perro lo lamía.
Tarde,
entendí la verdad
con un borracho.
Que en medio de la calle
nos gritaba —¡Analfabetos!
¿No saben que viven la mentira?
¡Que persiguen una estúpida utopía!
No conocen los puertos
de ternura ¡Allí la vida!...
Tarde,
con un loco soñador
que iluminado
se acostó a descansar
por un buen tiempo,
en su delirio, se sentía pleno:
Lo invadió la inspiración
creyendo estar muerto.
Muere bella el alma
cuando se enamora del viento...
Anton C. Faya