Discurren mis letras,
que todo fluya simplemente
y que nada influya eternamente.
Volver a disfrutar lo cotidiano,
aquello que dejamos de valorar
y que son cosas tan necesarias.
Acariciar un rostro, hablar sin redes,
enredarse con sensaciones sin programar.
Desde el avance de la tecnología
no sabemos más que ser autómatas,
dependientes de mensajes y emoticones.
Nuestras emociones se volvieron símbolos
y el transcurrir una cuestión de estar conectados.
No tener señal es un ostracismo, un dejar de ser.
¿Hasta dónde vivir pendientes de los likes
es sinónimo de felicidad y de realización personal?
Discurro, fluyo, razono, tratando de entender...
Me perdí en un pasado distinto, en la filosofía antigua,
ya ni importan el agua, el aire, el fuego ni la tierra,
ahora solo importa el mostrar lo que tengo y gustar.
Las claves de la felicidad es el consumismo despótico,
y aunque hoy estamos frente a un futuro incierto
prefiero el estoicismo de Epícteto a la tiranía de Nerón.
Discurren mis letras, se dejan llevar y se sienten irreal,
letras fuera de tiempo, en un tiempo sin proyectos.
Relojes sin horas, semanas sin días, años sin meses,
todos se escapan, transcurren sin inferencias como mis letras...
Marcela Barrientos 23/08/2020
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Argentina