Mirando la Carpintera, se observa sobre sus faldas
la pulida enredadera de apasionantes guirnaldas.
Un empíreo vergel donde se forman paisajes,
trazos de un fino pincel de los mejores linajes.
Forman sus tonos pastel, maravillosos celajes
que cubren de rojo y miel los espléndidos follajes.
En sus entrañas resuenan los ancestrales sonidos,
lejanos ecos que llenan, los senderos florecidos.
Es atracción verdadera, cimentada de esmeraldas
que forma un sacro dosel. Sus refinados encajes
los misterios almacenan y nos dejan sorprendidos,
cautivando los sentidos,
y llenando el corazón de gratificante paz,
momentos de reflexión y esparcimiento solaz.