La voz en mi interior que nunca miente
se alzó como un gran coro suplicante
mostrándose segura y alarmante
temiendo una catástrofe inminente.
No fui necio tampoco indiferente
sabiendo lo veraz como tajante
de aquella melodía tan constante
abriéndose caminos con su afluente.
Al ignorar la voz de la intuición
se yerra de manera indefectible
yendo en rauda picada el corazón.
Es por lo tanto siempre preferible
escuchar con clarísima atención
a ése buen sabio Dios indestructible.
W.M®