Puertas que se abren con la voz
Con la evocación de recuerdos pasionales
Con las manos desde el río de tu carne
Puertas que se abren con el tacto
Con preguntas que construyen portales
En laberintos que ocultan su fe
Hemos puesto tu nombre en nuestros labios
Nos hemos apoderado de tus hostias
Y levantado los ojos confesando aquella culpa
Hemos saciado la sed de las heridas
Y poblado los reinos del lenguaje
Confinando las oraciones de la negación
Hemos tomado por asalto las siluetas prohibidas
Y sometido su silencio con el mío
Creyendo que los sueños son la realidad
Portales que son la memoria del tiempo
Tiempo que es la razón del placer
Atormentado entre límites azules y ansiosos