CANCIÓN A MARISOL.
Se percibía el paso de las gráciles gaviotas, el hondo mensaje del sol que despertaba, el azul remecido por unas cuantas olas y el aroma de su boca en un par de las palabras.
Se tomaba de su calma el mar cuando dormía, volaba con las nubes el domingo engalanado. De vuelta a aquella aurora la vida era una espía y yo el ladrón silente yendo al beso de sus labios.
Se defendía el viento del color de su belleza, del verso que se anuncia y respira en el silencio, pero yo sentía su mundo ser mi única respuesta, el único horizonte, lo último y lo nuestro.