No te salvará
Ni siquiera la Agonía de Cristo...
Ni el Veneno Suicida de Sócrates...
Materia eres,
Y Tiempo Herrumbroso…
Es ese Amor a una Sombra
que Escapa Fugitiva
entre Añiles Crepúsculos...
No te Salvará la Marea
que Golpea Furiosa
en su Mitología de Sangre,
buscando Empecinada,
la Ola que regresa Incesante
a la Arena Seca y Árida…
Ni siquiera el Canto
de una Plateada Sirena que,
Murmura Contrita,
una Plegaria Añeja…
No te Salvará aquel Sueño
que te Juzga
sin Piedades…
Quizás pueda hacerlo el Añorado
Bronce de tus Versos,
Tallado en Ideogramas
y Lenguas Extrañas o Disímiles...
Aunque un Rayo Liviano de Sol
Traspase Candente por tu Alma y Cuerpo,
o intentes Perdido,
Buscar aquella Palabra Precisa
que no Encuentras...
Un Apagado y Torvo Espejo,
de tu Imagen Rasgada
y envuelta en Blancos Velos
podría Salvar
el Enigma del Sabor de tu Vida.
Entre los Sones y las Cadencias de la Tierra,
Que Amas...
Quisiera Salvar
El Nombre Ignorado de la Vida Primera,
(en este Ocaso que Atardece en Cristales)
Nombre, mil Veces Presentido…
(Embriagado de Versos
y Silencios)…
(Patricia)