Me enamoré de ti…
de tu luz,
de esa magia que hechizó mi corazón,
de esa forma de robarme la razón.
Me enamoré de tu espontáneo resplandor,
de esos ojos que derriten al mirar…
tu mirada angelical,
de tus labios deliciosos,
dulces…acaramelados de sabor.
Me enamoré de tu voz…
armoniosa melodía que convence,
un deleite de palabras que cautivan,
escucharte hablar es un placer.
Me enamoré sí…inesperadamente,
de tu intermitente manera de escapar,
de ese modo repentino de desaparecer,
de huir de todo…injustamente,
y volver de pronto…a asaltar mi mente.
Me enamoré de tu excitante caminar,
como atormentas al andar…exageras…
y te conviertes en mi mayor debilidad,
no sé si lo haces por maldad…
pero me enamoré …sin poderlo evitar.
Así me enamoré de tus encantos…seductores,
de todo lo que dejabas ver…de lo que me hacías sentir.
Pero un día descubrí lo que guardabas…
lo que en tu interior había,
tu ingenuidad incontenible.
Hallé dentro de ti…
el tesoro que escondías,
tu dulzura desbordante,
la ternura delirante,
y la nobleza de tu ser…tu mejor virtud,
ahí me enamoré de tus adentros…
así fue que me deje conquistar…
sin imaginar que un día…todo terminaría…
repentinamente…sin causa…y sin adiós.
Y así fue que inexplicablemente…
este iluso amor…murió.