No ves el cielo
que asoma a tus pupilas
semicerradas.
Él se despierta
y viene con el alba
a tu ventana.
Pero tus ojos
un tanto soñolientos
solo sonríen.
Te pesa el cuerpo,
no quieres despertarte
y sí dormir.
Una campana
resuena en la distancia
y da las horas.
Ya son las siete.
El gallo se despierta
y está cantando.
Insatisfecha,
mascullas un \"lo siento\"
y te levantas.
Das unos pasos,
te acercas al espejo
y ves tu rostro.
En él divisas
la linda mariposa
que te sonríe.
Y tú suspiras,
comprendes que la vida
te da otro día.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/05/22