Escarcharás al pobre álamo
que ha perdido su follaje,
y crearás un rudo páramo
para todo el avistaje.
Consecuente con tu obrar, no cederás.
La crudeza de tu espada
y tu impronta bien helada
Siempre ostentarás.
Te ruego una dicha en tu nuevo arribo,
trae tus cosas, pero por favor:
Ten piedad de los frutos y el mendigo.
Y lejos de suplicar por calor,
no me sorprendas sin abrigo,
será más bello el estupor.