Juguemos a ser felices,
juguemos a crecer,
juguemos a tener miedo
a tener algo que perder.
Juguemos a cantar azul
sobre el terciopelo lila
y enrollarnos en mis ojos pardos.
La noche nos echa de menos
el día nos mantiene ocupado.
Podría yo irme de este mundo
sin despedirme.
Podría yo dejar de escribir para mí
dejar de escribir para este otro que se emborracha y fuma conmigo.
Podría yo incendiar y abandonar este infierno que tanto me ha costado construir.
Podría yo hacer tantas cosas buenas por tantas personas desamparadas, por lunáticos, indigentes, drogadictos, zorras, aventureros...
demostrar que se puede vivir pese a tal inmensurable oscuridad.
Yo en todo caso,
elijo despertar todas las mañanas
con la patética confusión que puede causar una mala elección de palabras para referirme a cuánto te amo o cuánto te necesito.