Te amaba demasiado
y esa fue toda mi culpa.
Te amaba más allá de lo posible.
Sin lógica o razón,
solo el corazón
dispuesto a todo,
hasta esperar
que sanaran tus heridas...
Te amaba más que a mi propia vida
y sólo con tus ojos yo veía.
Te amaba en tu melancolía
Y en tu eterno esperar
a quién sabías
que nunca iba a regresar...
De esa forma te amaba,
poniéndome en último lugar.
Acudiste a mi,
cuando necesitabas,
palabras dulces
y caricias tiernas,
creyendo que era eterna
mi fidelidad a tus encantos...
Pero pronto hubo llantos
al sentirme tan poco valorada
y fue mi almohada
la que encendió la alarma,
diciéndome que me alejara
de las migajas que ofrecías...
Y hoy es el día
en que te has dado cuenta
que ya no puedes deshacer
lo que ya hiciste,
que ya perdiste
mi devoción y mi paciencia...
Y aunque el amor
aún opone resistencia
y desearía salir corriendo
hacia tu encuentro...
Hoy, lo lamento,
estoy tan lejos de tu alcance,
que no podrás
convencerme que regrese...
Por qué será que siempre pasa
que empiezas a desear
y a valorar a quién te ama
solo al perderlo
y cuando ya no queda
ni un solo vestigio de esperanza?