La observo sonreír mientras ve algo que le gusta, mientras descubre algo nuevo que cautiva su atención. La veo disfrutar del paisaje, la música, la arquitectura o el arte,
la miro mientras disfruta de una cerveza, la veo emocionarse por pequeños detalles, con los rosales en flor, los colores otoñales en las hojas de una enredadera, el atardecer o las estrellas.
Veo como le brillan sus ojos cuando me habla sobre algo que le apasiona, como se le dibuja una sonrisa cuando está disfrutando el momento. Escucho cada anécdota con atención, cada historia que me cuenta mientras tomamos un café y vemos como el sol se va perdiendo en el horizonte, y me tomaría 20 cafés mas con tal que ese momento no se termine, con tal de que me siga hablando de sus historias, de sus momentos vividos, con tal de ver esa felicidad que se pinta en su rostro.
Ella tal vez no lo note pero la miro y soy inmensamente feliz, es inevitable que se me escape una sonrisa cuando la veo feliz, como no emocionarse al verla, como no alegrarse de estar a su lado, de compartir esos momentos únicos que llenan de paz y felicidad.
Acaricia mi alma tan suavemente, es tan bonita su forma de querer su forma de sentir, es arte su alma, su ser.
Pone su mano en mi mejilla y derriba todos mis miedos.
Cuando estamos uno en frente al otro cerquita mirándonos a los ojos, no encuentro como explicar esa sensación tan hermosa.
Me besa con tal ternura y en la calidez de sus abrazos me siento en calma.