Llegaste a través del viento
que me trajo tu mirada
con la que una vez me viste,
cuando pasaste a mi lado.
Te fijaste en mi mirada,
pero yo en la tuya no,
sin saber qué días más tardes
de tu amor me enamoraba.
Si hay un verbo del amor
que se pueda conjugar
junto con la eternidad,
sería el de enamorada
del amor que me brindabas.
No conozco tu mirada,
ni el acento de tu voz,
pero si siento en mi alma
la grandeza de tu amor,
que sembró en mi corazón
para siempre un sentimiento
que compartimos los dos.