Estabas vos y tus problemas
llegaba yo con los míos
cansado de tanta lucha
sufriendo y casi vencido
me abrigaste entre tus brazos
te hiciste piel en mis sentidos
la soledad de los dos
fundió un llanto compartido
para quedarnos en silencio
en un tiempo casi infinito
cómplices de la penumbra
soñando un mundo distinto.
Y ahí nació el milagro
al adueñarme
de tus labios dormidos
respondiste buenamente
con ternura y sin egoísmo
disfrutando de ese encuentro
tal vez deseando lo mismo.
Esa noche fue distinta
marcaste a fuego el camino
porque esa noche tu boca
llenó de miel un vacío.