Te vi partir
con rostro compungido
y con dolor.
Una maleta
llevabas en la mano.
Era pequeña.
Me preguntaba
si un día volverías
recuperada.
Me habías dicho
las causas de ese viaje:
Tu enfermedad.
Un cambio de aires,
dijiste, precisabas
en serranía.
Yo no sabía
decirte las palabras
que te animaran.
Y te besé,
sin miedo y con cariño,
con un abrazo.
Tú me miraste
con ojos lagrimosos
y enamorados.
Y en ese instante,
al Dios que está en el cielo,
recé por ti.
Te necesito,
\"regresa mariposa\",
nunca me olvides.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/05/22