La Ciudad está ausente, distraída,
Agobiada en lo gris de sus tinieblas,
Está en la noche y escondida tiembla,
Añorando que acabe su miseria,
Y esperando que brille la alegría
Que asciende con la luz de un nuevo día.
La ciudad llora triste, acongojada.
De ver color de sangre en sus entrañas,
aquellos que caminan en su vientre
se pierden sin razones de ser gente,
se venden como engendros sin conciencia,
y armados con las hojas de la ciencia
convierten a su hogar en llamaradas,
en basurero, en carnaval de nada.
La ciudad llora muda su desgracia,
Sufre y desprecia lo que en su alma pasa,
Conmueve al cielo con su gran tristeza,
Llora al creador por celestial clemencia
E implora al mundo que ya no se interesa,
Comparta un poco de su vida plena,
Despeje el cielo que la deja ciega,
Para otra vez amar la luna llena.
La ciudad escudriña en sus entrañas,
Rompe su carne para hallar consuelo
Y solamente encuentra vida extraña.
Ya no son esos que forjaron su alma,
Alma que llora por una esperanza,
Alma que muere sin saber la causa.
La ciudad agoniza resignada,
Viendo crecer el cáncer en su suelo,
Ha llegado a aceptar que es su destino,
Terminar pisoteada por sus hijos,
Y continuar muriendo bajo en cielo.
Ardego 94
Octubre 19