Ámame hasta cegarme,
envuélveme en tu fuego,
hasta abrasar mi carne
y hacer polvo mi cuerpo.
Ámame si el amor nace
quemando tus entrañas,
si hierve en tu sangre
y florece en tu garganta.
Ámame, que ya es tarde,
el tiempo está en la boca
de la muerte inevitable
y en las manos de Dios,
que te hizo para mis manos
y también para el amor.
—Felicio Flores