Ben-.

Suave adormecerse-.

Sean los días, de azul metálico,

para quienes sean. Mas para mí,

quiero la noche, con su escombrera

de nombres y fechas polvorientas.

Podrá ser la noche, amiga de viejos

puñales olvidados, de rezos y plegarias,

a la salida del colegio, de amistades peligrosas

convertidas en ramas de aderezo.

Pero yo la elijo, como reina

de mis aposentos, cabalgadura de plata

tierra adentro. Sombra que me acompaña.

De latón ficticio, me parece la mañana,

con sus sombras erguidas a las puertas

de la jaula.

Hasta donde yo pienso, no perturban

tu pacífico silencio, más que el ruido

de antiguos muros y sillares, de catedrales

sin novicios, neófitos o principiantes.

Sólo preparo el incienso para las noches

que ocultan secretos; luego, navego por

las ondas suaves del sueño y me duermo.

 

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