Me dices que ya no
quieres maquillarte;
no porque te aburre,
no porque te disgusta,
no porque te cansa.
Estoy de acuerdo con
tu decisión de amarte,
con que tu corazón aúpe
aquello que te arruma,
mientras la vida te canta.
Quieres, por los dioses,
que ni se te acerque
el cáncer fantasma.
¿Para qué más trazos
al arte de tu temple
cobija de mi esperanza?