Hallábame en mis elucubraciones perdido,
embriagado de sentimientos profanos
en donde mis rimas perdían sentido
haciendo que mis veros sean vanos.
Algo se agita en ese universo oscuro,
misterioso como de sí sus abismos,
perdido entre latidos de un corazón duro
en rimas de aparentes simbolismos.
Quizá sea el misterio de sus ojos,
diseñados como fantasías de plata,
perdido entre sus esenciales rastrojos
que a todo sentir poético mata.
Desde esa noche me sentí embriagado
pedido en ese universo divino,
que manifiesto sin más en poema enamorado,
en el alcohol de este vino.
¿Será a caso ese misterio de sí
que se pierde entre sus profundidades,
por el que me enloquecí
tanto como si fueran para mí deidades?
¿Será a caso esa fantasía peridida
entre los atisbos de su piel
como sangrante y dulce herida
que también me ha logrado enloquecer?
Así me hallaba ahora perdido
tratando de reaccionar a mi desvanecer,
en ese cuerpo que me deja confundido,
de labios lujuriosos que me han de estremecer.
Por eso he dedicado esta poesía,
sin saber aun su remitente,
pues, se oculta en su propia fantasía,
asomándose entre versos de forma intermitente.
No sabía qué decir ni qué desear,
pues, su fuego me abrazaba con locura,
envuelto entre llamas que han de flamear
en un infierno en su cintura.
De pronto, veo una luz en mi interior
que me da ese atisbo de parecer,
me obliga a callar al ser superior
ahogado en los besos de un poema llamado Mujer.