Carola siente en su camino una sola desolación de hambruna, porque sólo ella siente en su presencia, un fuerte dolor que no se apacigua ni con la calma. Cuando en el embate en sobrevivir quedó como un sólo tiempo en que el alma se vió como órbita lunar en el cuerpo y atrapando el silencio. Carola se vé intransigente, desesperada e insípida e impasible, cuando vé siempre un rayo de luz en el espejo por donde ella siempre se mira. Y el espejo solo e intransigente y Carola se mira siempre con recelos de la vida misma. Porque cuando en el alma de Carola se sintió apaciguada y claramente inadecuada se vió fría si siempre vé al rayo de luz en el espejo en donde ella siempre observa su silueta marcada por el sol siniestro de mayo. Cuando en la alborada de siempre se siente como en una soledad que ahoga y que hiere más en el camino indeleble de hojas secas. Porque cuando en la alborada presintió un calor fue sólo por el rayo de luz que marca una sola trascendencia autónoma de una creencia en el alma de Carola. Si en el nefasto tiempo se dedicó en cuerpo y alma a ser como el ademán y tan frío marcando su silueta en decadencias y tan frías como el mismo dolor en el alma a ciegas de deseos tenues y por una sola soledad que mata en el camino lleno de una sustancia incolora en la misma piel. Cuando en el delirio frío de su creencia autónoma se dedicó en fuerte atracción en caer en el mismo ademán y tan frío de creer en ese rayo de luz en que le corta la vista en el mismo espejo en que Carola se mira. Y el espejo siempre ahí dando alma gemela en el desastre de creer en el siniestro cálido cuando en el alma quedó una friolera piel que desnudó en el tiempo y en el hechizo una sombra de penumbras adyacentes cuando quedó en la soledad dentro del ocaso muerto en que se mira Carola dando un rayo de luz en ese espejo. Y ella va por el lago caminando e imaginando a ese rayo de luz en el alma apaciguando en el alma en cada suspiro de la década de ese tiempo en que se observa en ese espejo dando luz como un sólo rayo en la misma dirección y de un sólo rumbo en su camino atrayendo una conmísera vida. Y como la vid que con uvas se hace un fabuloso vino y tan rico en sensaciones buenas se dedicó en buena lid, cuando en el alma quedó como el sólo espejo cuando en el desenlace frío se dedicó en mirarse en ese espejo dejando un sólo rayo de luz. Y, sí, que la persigue, pues, en el nuevo destino se vió fríamente incolora en el tiempo en que se dedica en ser fuerte como ese mismo rayo de luz en el espejo. Porque cuando en el instinto delicado y tan suave de creer en el desastre de dar una sola salvación de creer en el tiempo y tan nefasto como poder ser como quieras. Cuando en el mismo instante de dar con el mismo rayo de luz, se vió Carola y tan efímero como ser tan cruel en la vida. Si en el instinto y tan cruel de sólo salvar una verdad y tan real como poder creer en la luz mágica en salvar a la magia de una sola verdad en su hechizo en dar una sola espera en ese rayo de luz en el espejo por donde ella se mira y se observa desde a lo lejos de la seriedad de su alma. Cuando Carola se vió como la más triste y conmísera existencia, pero, en su afán de mujer quedó como lo vital de un rico porvenir, cuando con el rayo de luz, se vió mortífera y mirífica de tanto temor y con miedo de creer en el alma desierta de dar con la verdad de dar con el sentido y con el sentimiento de creer en el ademán frío y de ver el desastre de creer en el alma de Carola, como si fuera un desprecio de su autonomía creyendo en el embate de dar con la vida y con la misma mala situación. Porque era ese rayo de luz en el espejo por donde ella se mira y se observa dejando atrás la conmísera existencia de creer en el alma desierta en dar como la voluntad de un nuevo juguete en dar como la verdad de un nuevo deseo. Cuando en el juego del amor y de la pasión se enfrió el cometa de luz como el rayo de luz de un nuevo porvenir, cuando en el alma de Carola, se vió atrayendo la vida misma como la misma verdad de mirar a ese rayo de luz.
Cuando Carola se vió en el alma una insistencia fría y como la verdad de la mala suerte de creer en el rayo de luz cuando en su afán de creer en su propia alma quedó como la verdad más impoluta de creer en ese rayo de luz cuando Carola se mira en el espejo. Cuando logró cruzar el lago pensó e imaginó en el sol, y se preguntó ¿qué será ese rayo de luz?, cuando en su afán de dar con el dolor se aferró a ese sol siniestro de un todo mortífero de creer en el destino frío de ese sol con el reflejo de luz. Y en Carola se enfrió su insistencia cuando cruzó la avenida y dejó al lago atrás, desconectando su esencia y más su presencia en ser como el alba en el amanecer de un nuevo día, cuando en el altercado frío de la conmísera existencia de Carola, se vió y tan fría como el mismo ademán siniestro que hace ella al observarse en el espejo un rayo de luz. Y ese rayo de luz en el reflejo del espejo se vió fríamente indeleble de ser como la vida un sol cálido y en ese sol se mira Carola. Luego cruzó la Calle de la Salvación, cuando dejó atrás al lago y a la avenida, y llegó a su hogar con ese sol que la persigue, pues, en el embate de dar como la misma conmísera existencia cuando se dio el frío casi indeleble en la misma piel, subio los escalones, y llegó a su habitación. Cuando logró dar con el espejo frente a ella, miró a ese sol cálido y tan siniestro en que casi cosecha lo que más albergó a todo calor en su piel mortífera de espantos y de un miedo súbito. Porque cuando en el coraje de su corazón, se vio y tan inmortal como la aventura de ser como la mujer más sumisa del mundo, pero, y tan intransigente y tan comedida en el alma llena de fríos y de demasiada vil e irremediable afán de creer en el alma muerta de un espanto nocturno porque cuando llega la noche Carola siente un frío mal consecuente de mirar desde adentro su más reflejo del sol, cuando en el afán de creer en el mal hálito que se le venía encima cuando su esencia y más su presencia, se siente como el alma gélida y con un imposible rencor en el corazón y en el alma un perdón que no logra obtener. Cuando en el alma por delante se detiene como ese mismo sol en la noche, cuando logró sentir el álgido viento en que sólo el deseo se convierte como el mismo dolor en el alma desierta. Cuando en el albergue de la vida se ofreció como el ocaso vivo cuando en su afán de atraer la esencia y la aventura de ese sol siniestro cuando en su vida sólo se deleitó con ese sol siniestro y tan cálido como el mismo instante en que se debió de atraer la vida a una sola vida. Y el embate de la existencia de Carola, se vio fría y mal inconsecuente cuando en el alma se vio como la situación en que se aferró el alma en que se ofreció como la más fantasía de la vida misma o como el mismo infortunio vacío de la misma vida. Y Carola se siente y tan inestable, vacía y tan mal incongruente en la vida y un sólo camino con el sol siniestro en su mente y en su corazón y más con ese reflejo en el espejo por donde se siente como el desafío frío y tan latente delirio en que sólo el vacío de la vida le ofreció tentaciones y tan frías como el mismo reflejo de ese mismo sol. Si en el ademán frío de Carola se ofreció un deleite gélido y tan irreal como el mismo desenlace de la vida, porque cuando amanece en su hogar, se vio fría como el mismo hielo en el refrigerador por donde se cuece hasta el alma de deseos nuevos cuando en el afán de creer en el sol siniestro cayó una tormenta fría e inestable de dar rienda suelta a ese sol en que ese día no lo halló. Porque cuando en el alma de Carola se vio fría como ese hielo se vio indecentemente álgida como el mismo viento en que le roza hasta el alma. Cuando en el ocaso llegó de ese día y continuó la tormenta fría y como tan superficial como el mismo conmísero sol sin ser cierto, sólo ella, Carola, se ofreció como el sol cálido y como la vez aquella en que se mira por primera vez en el espejo haciendo un sólo rayo de luz como el reflejo del mismo sol, sólo se intensificó la vida misma como la misma esencia y como la misma presencia en que Carola se miró en el espejo, cuando en el ademán y tan frío se siente como el pasaje de la vida misma, pero, sin sol, ¿qué haría Carola?, sin sol y sin un siniestro sol, como en el reflejo del sol en el espejo, cuando en el instante se sintió como el mismo deseo vivo descendiendo e el embate de dar con la verdad hacia la pura existencia de la vida de Carola en el alma como la esencia más real como existir sin sol como el reflejo del sol en el espejo. Y bajó escalones para cocinar y poder alimentar aquello que se llama hambre, en su hogar en la Calle de la Salvación, cuando emigró desde ese cálido espejo hacia la cocina, dejando caer en el suelo un reflejo del frío de la noche a expensas de la misma salvación en que ella cree ser salvada ni por amor, cuando en su afán de dar una sola señal, se electrizó la forma de cocinar, y cocinó sí, un plato internacional de esos como el japonés, o como el chino, y se electrizó su forma de alimentar aquello que se llama hambruna, cuando y su dolor no lo apacigua ni con el alimento ni con la hambruna, que le da la sensación de comer con estabilidad. Porque cuando en el alma de Carola, se vio fría y vio ese reflejo en el suelo por donde ella camina en la cocina se creyó que alguien la persigue desde el más allá o desde ultratumba. Y, no, era sólo un reflejo, cuando en el alma de Carola, se dedicó en la forma de creer en el embate de dar la misma rica sensación de dar con la misma verdad en que se siente como el mismo desastre de dar una sola señal. Y, sí, que era el reflejo del sol, que la persigue como de costumbre cuando ese sol siniestro y tan cálido se aferró al desafío frío como la esencia más ineficaz de la vida, cuando con herida se formó con la única esencia en dar con el embate de creer en el sol. Y se electrizó la forma de dar con la verdad como la pureza más álgida de todo evento, cuando en el inadecuado suelo se vio ese reflejo de ese sol en la noche más fría de la mala suerte en que se vio Carola como el desafío inerte de creer en ese sol a expensas de la noche álgida. Y buscó y miró hacia ambos lados como buscando a alguien que la perseguía y que la atosiga, pero, no, era el viento frío de ese mayo casi verano de esa noche. Y cocinó con fuego de ese sol siniestro de mayo un plato japonés o chino, una comida internacional, la cual, le sumergió hacia un buen destino y un porvenir casi incierto, pero, tan verdadero. Porque cuando en el embate de dar con la misma vida se ofreció lo más impoluto de la cruel y mala existencia de ese sol que le atosiga hasta dormida. Y el rayo de luz, ahí, como si fuera una cosa irreal, pero, tan certera como el mismo sol en el cielo. Y se dejó caer después de reposar en la habitación cuando subió escalones hacia su cama. Cuando en el imperio, Carola, se dejó abatir en el recelo de la vida y de la existencia, cuando en la cama, se enalteció su forma de creencia cuando en su afán de dar con la sola señal de ese sol. Y fingiendo el deseo de ese sol se vio en la cama como una flor en capullo y sin poder marchitar. Cuando en el alma de Carola, cuando en el afán de dar con la sola señal de saber de su única existencia se electrizó la forma de ver el sol sinestro en la noche y a sabiendas de la impoluta verdad de que ese sol la persigue más y más. Cuando en el alma de Carola se sintió como el instinto más puro de la verdad y de la sola realidad, cuando en el deseo efímero de creer en su vida se vio Carola, gélida, pero, tan cálida como ese sol que la persigue a ella. Cuando en el altercado frío se sintió Carola como el mal desafío y el mal creyente de creer en el combate frío de ese sol siniestro si se fue por donde mismo se sueña. Y soñó como el deseo, y como la misma pesadilla, de creer en el más sueño conmísero, pero, y tan real y tan verdadero.
Continuará…………………………………………………………………………………………….