Esta es la historia
de dos amigos que
en el cielo se conocieron..
Blancos y pequeños
eran sus cuerpos.
¡Un mar de dudas!
Pero ellos reían serenos.
Es la historia de una sentencia,
la tristeza de un duelo,
eran dos inocentes que precoz,
prendieron el vuelo.
¡Que calor emanaba mi vientre¡
hablaba el primero;
y el otro contestaba..
También paz y alimento.
Nuestro fortín, nuestra morada,
invencibles éramos allí dentro.
ahora vivimos lejos
y sin más anhelos.
Tal vez Santos y mártires
de un mundo perverso.
Que te trae por aquí amigo,
no sé si estás contento.
Sé que eres igual que yo,
puedo ver tu aleteo
con la orla luminosa
que a la entrada nos pusieron..
Llegué ayer de madrugada,
por un fallido intento,
mi madre perdió la sangre
que me daba el aliento.
Yo la vi llorar,
todo allí era desconsuelo,
mi padre maldecía
cuando prendí el vuelo.
Yo acabo de llegar..
Decía el otro pequeño,
yo no oí a nadie,
allí todo era silencio.
Inmutable vi a mi madre
no le vi ningún gesto,
tampoco mi padre maldecía,
por lo que estaba sucediendo.
También marché volando,
desde un recipiente
hasta este cielo.
Ahora de blanco y alados
ahora que todo lo vemos,
tu alma amigo mío
los dejó como deshechos
y sin embargo la mía,
consuelo le dieron...
¡Qué poco valemos!
Y qué indefensos..
Somos como hojarasca
que arrebata el viento,
solo servimos de antojo,
solo si quieren querernos,
una mota de polvo,
en manos de los gobiernos
que tal vez por interés crean...
!QUE ALMA NO TENEMOS¡