Noche de muerte y a vos me he acercado.
Tengo el corazón en la mano y lo has aplastado.
Tengo mi corazón en la mano e insistes en destruirlo para probar que no existe.
Tengo mi corazón lastimado y niegas haber atacado, y claro, según vos.
¿Cómo lastimar lo que no existe?
Soy el jardín de rosas que quemas y al tiempo dices regar, pero solo fuego y cenizas haces salpicar.
Me dices ciega, pero eres vos quien lástima sin ver, a quien dice querer.
El quererte no me alcanza para ceder ante ti, para inclinarme ante tus ideas.
Pues aunque fuera girasol nada más me inclinaría ante el sol.
Y tú con aires de estrella sigues sin ver que alrededor de ti no giran los planetas.
Si dices quererme baja tus armas y aprende que el mundo se lastima entre prejuicios.
Y qué me tienes en uno, que no puedes creer que no he cuestionado vida alguna.
Cuando tú siquiera te sientas a entender a quien dices querer.