Hoy, haciendo retrospección en mi existencia,
hurgando en mis recuerdos más remotos
aparece una niña ilusionada.
con ganas de vivir, entusiasmada,
con ganas de aprender todas las cosas,
que se pueden hacer con alegría.
Me miro , apenas tenía trece años.
trabajando incansablemente
envolviendo caramelos
dulces y amargos caramelos
pero que al recordarlo
endulza hoy al mis tristes horas.
Estudiante, muy tenaz y persistente,
tratando de hilvanar mis primeros versos
en el seno del hogar feliz que mi alma añora.
Me miro cantando canciones españolas
en la sala de la casa y en las aulas del colegio.
Me recuerdo enamorada, ilusionada
y los primeros besos, dulces embelesos.
Me miro aprendiendo las danzas de mi tierra,
¡Qué alegría, qué maravilla, era recibir los aplausos!
Y que hermosa experiencia de mi juventud pasada
la de recorrer los más lindos escenarios.
Me veo recibiendo el primer poema
con el corazón temblando de alegría
el primer poema de amor, el más bello poema.
Recibiendo por eso las reprimendas de papá
a quien no le parecía, que aquel poeta flaco
que tanto me pretendía, querría ser mi novio...
Me veo, con mi primer hijo, sola y con la incertidimbre
de no saber como hacerle frente a la vida,
pero con amor de madre y decidida a salir adelante
luchando por la vida...
Me veo con mi hija pequeñita, acunando su infancia...
Me veo al año siguiente en un triste quirófano
perdiendo a mi nena, que tanto amaba y esperaba
dolor inmenso mi ser experimentaba.
Y luego de dos años Dios me mandaba una alegría:
mi hijo menor , lo vi en el monitor como una estrellita
y el tecnólogo diciendo , esta embarazada,
lo que esta viendo es el corazón...
Me veo poniendo todo el empeño en mantener mi hogar
pero imposible, al final de cuentas quedé sola.
A pesar de todos los esfuerzos por evitar el debacle
tomé la decisión y preferí quedarme sola.
Crecieron asi mis hijos, viendo a una madre sola.
Pero aa pesar de todo fui feiz, jamás lo niego.
Pero también sufrí, los embates que produce
haber cometido errores tras errores.
Pero eso me ayudó a moldear el carácter
de mujer que no se deja vencer por los conflictos.
Recuerdo feliz el hogar con mi padre, mi madre y nueve hermanos
que tanto me apoyaron en la vida,
siempre con los brazos extendidos, para alzarme en las caídas...
Luego, la desazón de encontrarme otra vez con la desilusión:
Aquel poeta flaco, que un día me enamoró
y que después de tantos años a mi vida volvió
no supo saciar mi sed de amor, al menos no
como lo deseaba yo.
Nunca encontré el verdadero amor.
Me miro ahora y estoy sola
con tanta incertidumbre siempre sola.
Cierro la vista atrás y me pongo a meditar
en lo que será mi vida cargando esta soledad.