Miré sus ojos tal cual a las estrellas
y quedé loco soñando con doncellas;
mis dotes, mis años, mis nervios, mis pasos:
pero supe que borraba los fracasos
y seguí contento; me quedo con ellas.
Desnudó su cara que cubría el yeso,
toqué mi boca, me volví como un preso
y se acercó, cerré ese vid y esperé...
ella me besó creyendo que soñé
y mientras pude ver, el susto fue ileso.
Busqué en la mesa algo, no había evidencia,
su rostro, su aliento, su beso, su ciencia.
¿Sería un sueño ebrio? Pues sigo admirado:
quizá por el trauma coqueto he quedado
pensando de nuevo burlar mi conciencia.
Propuse una nota; una idea en el sueño;
dije que nunca... ¿Será denso mi empeño?
Ahora, elevo el silencio, ¿dónde habrá ido?
Ha llevado mi alma con algún sentido,
ruego encontrarla, ¿podré ser yo... Su dueño?
Samuel Dixon [28/05/2022]