¡Oh dulce tormento!
Dime que harás conmigo hoy,
cederás ante mi o solo dejarás,
que las piezas se pierdan.
¡Oh dulce tormento!
Dime que tus ojos no mienten,
que esa mirada no es de tristeza.
¡Oh dulce tormento!
Dejas que pacientemente,
me envuelva en tus desapegos,
por demostrarte el amor,
que yo te profeso día a día.
¡Oh dulce tormento!
Siento que cada día es una agonia,
por no tenerte entre mis brazos,
sin poder sentir tus manos,
frías, temblorosas y pesadas,
que hacen que me sienta tan dichoso.
Mi tan desafortunado tormento,
no entiendo por qué tu personalidad,
tan ajena a mí me pudo cautivar,
y a la vez generar extrañeza.
Te pediré una cosa mi dulce tormento:
deja que mi mente se libre de tus,
inquietantes actitudes que tienes,
sobre mí y qué solo me dejan dudas.
Solo te pido que me dejes descansar,
de tu abrumante desinterés que me
avientan a tus más profundos deseos vacíos.