Si quieres hacer liras,
acepta con amor toda cadencia
que surge de las piras
que forjan la potencia
del ritmo y de la pausa y de su ciencia.
Recuerda que son siete
las sílabas del verso con que inicias;
y aunque mucho te apriete
la métrica que oficias
es bella cada estrofa que acaricias.
Logrado el primer verso,
con un endecasílabo lo sigues;
tras un afán perverso,
astuto lo persigues,
llegando al tercer verso tú prosigues.
Son siete nuevamente
las sílabas del cuarto y del tercero
y cierras ágilmente
la estrofa; cual torero,
con un endecasílabo postrero.
La rima es otra cosa
que vuelve pesadilla la estructura,
pero; luego es hermosa
la lira que figura
cual joya permanente en la cultura.
Primero con tercero
en rima consonante bien completa;
los otros tres los quiero
[también la misma meta]
sin esa monorrima que irrespeta.
Y habiéndolo alcanzado;
el canto de la estrofa que termina,
te sientes consagrado
y sabes se avecina
un enjambre de estrofas que alucina.