Esteban Gracia

Sigo siendo un niño.

Me existe un interminable dolor de cerebro cuyas posibles causas puedan ser dos, aquellos golpes que de niño recibía en la cabeza por culpa propia, por distraído o simplemente por el constante recuerdo de saber por qué hasta el día de hoy sigo vivo.

Duermo mucho o duermo poco, me alimento mucho o lo hago poco, pienso mucho y sólo lloro.

Consecutivos han sido mis fracaso y errores, aún más difícil expresar con mi torpe e inútil voz lo que dentro el sentimiento expulsa en un grito ahogado.

Cenizas que ya no vuelven a nacer, materia que se transforma en ajugas para mi dolor, polvo de estrellas que se alejan de mis últimas fuerzas.

Cuántos besos, abrazos, cuantos te amo han de empolvarse, cuanto tiempo seguiré sentado en el rincón oscuro tapando mis oídos.