Yacer solo frente al mar,
mirando las olas como van y vienen,
como el pensamiento recurrente,
asolando la playa del recuerdo,
un rostro,
unos ojos,
una boca,
una piel de terciopelo.
Yacer solo frente al mar,
viendo las gaviotas
en majestuoso vuelo,
como vuela el alma
hacia aquellos brazos
que alguna vez, rodearon un cuello
o se asieron a una cintura,
espacio,
lugar,
tiempo.
Yacer solo frente al mar
sintiendo la inclemencia del viento,
tibia mano, acariciando la mejilla,
perfume de mujer
que permanece en el aire,
que embriaga,
que enloquece,
que embota los sentidos;
nostalgia con nombre y apellido.
Yacer solo frente al mar,
observando esa embarcación
mecerce a lo lejos,
metafórico coito
entre el horizonte y el océano
inmarcesible encuentro
entre sueños y esperanza,
encuentros y desencuentros,
alegrías y tristezas,
partidas y retornos.
Yacer solo frente al mar,
cielo abierto pintado de nubes,
sal, arena y piedra,
paisaje desolador de estepa
que espera un verano
que no ha de volver.
-. PaR
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24052022