ANTIGONI

Morir es un despertar

Esta vida es tan fugaz,

que al cabo resulta un sueño

no alcanzado...

 

Nunca nadie por audaz

ni poniendo mucho empeño

ha despertado.

 

Mas lo  cierto es que la vida

se alimenta de la muerte,

se renueva,

 

otros nacen enseguida

siguiendo la misma suerte,

que nos lleva.

 

Sin saber donde marchamos,

vamos asiendo la brida

para el viaje,

 

sin querer nos encontramos

en el andén de partida,

sin pasaje.

 

El cuerpo es la arboladura,

es terrenal aposento

para el alma,

 

pero nos causa amargura

y el espíritu es asiento

de la calma.

 

Los difuntos se disuelven,

en tanto los deudos lloran

sin consuelo,

 

más de la muerte no  vuelven,

los restos se deterioran

bajo el suelo.

 

Una lápida señala,

donde queda la osamenta

sepultada,

 

y el sepulcro es la antesala,

donde espera el que se ausenta,

la llamada.

 

Se nos marchan los amigos,

los abuelos, los hermanos

y parientes,

 

nosotros somos testigos,

de los restos que enterramos

los dolientes.

 

Es el mismo ese cortejo,

en que vamos avanzando

con tardanza,

 

hay un fúnebre aparejo

y al final está esperando,

la balanza.

 

Sucumbir es continuar,

a un estado diferente

de conciencia,

 

que no consigue alcanzar

ni el ateo, ni el creyente,

ni la ciencia.

 

Nadie sabe, a ciencia cierta,

si hay un mundo posterior

al material,

 

mas ante la hora incierta,

recuerdan al creador

del celestial.

 

Morir es la condición,

a que nos fuerza el destino

sin salida,

 

y aunque nos cause aflicción,

es inherente al camino,

de la vida.

 

Ni el lujo, ni la pobreza,

proporcionan un camino

diferente,

 

todo termina y empieza,

está escrito en el destino

de la gente.

 

Ni la fama, ni el dinero,

nos libran de la sentencia

deplorable,

 

entre magnate  y obrero,

no establece diferencia

mesurable.

 

Un soplo de lucidez.

solo pido al universo

cuando muera,

 

a mis ojos limpidez

para  tomar rumbo  inverso,

a otra  esfera.