Como si no existiera nada; ni un impulso, un latido, absolutamente nada.
La inmensidad del Sahara en un corazón que solía galopar al compás de una dulce melodía. Quién sabe que provocó el quiebre, la penumbra arrasante.
Suele enredarme en recuerdos, vivencias de una vida distinta; todo aquello que se llevó el viento a las montañas heladas de la cordillera.
El calor de un beso, capaz de alcanzar mil kilómetros a la redonda; ese breve impacto que podría provocar, con su simpleza y complejidad ambigua, un Big Bang en repetidos universos.
Recuerdos.