Alejandro

Muchos lo llaman hogar

No es vivir en un claro de luna,

desprovisto de armadura,

lejos de la tinta envenada

con que se escriben los días

y se tachan las noches

en los barrios de la soledad.


Un alma sola, una pistola,

el hambre de los sueños

mudos de entendimiento,

las caricias del viento,

fríos con sobredosis

de razones sin eco.


Palabras sobreevaluadas

en el mercado negro,

corazones en oferta,

esclavos de las piedras

que sólo quieren rodar

donde el sentido despierta.


Los dioses se tapan los ojos,

las paredes que escuchan

no hacen más que llorar,

la mortaja es un traje de gala

y las noches los salones

donde la muerte invita a bailar.