Al mirarte frente a mí,
no necesito pared alguna
entre nuestros ojos
para el resguardo de mis cimientos.
Soplaré, soplaré y soplaré
la de paja caerá…
Soplaré, soplaré y soplaré
la de madera cederá…
Soplaré, soplaré y soplaré
la de barro rodará…
Al mirarte sin pared
estallo en nuevas fundaciones
incompartibles y primitivas
que me llaman a una nueva propuesta
de mutua existencia.
Forjemos una nueva pared
pero no entre nuestros ojos
no de paja, madera o barro,
pues lobos podrían soplar,
sino de algo enteramente nuestro
que ningún perverso podría derribar.