Siempre brillaran los días
cuando florecen pasiones
pues nos traen alegrías
que abrigan los corazones.
Esos ensueños furtivos
del alma son alimento
con esencia de jazmines,
despiertan el sentimiento
y sus hermosos maitines
son de placer los motivos.
Llena de gran esplendor
igual que fúlgida estrella
es la quimera de amor
la poesía más bella.
Su rayo queda vibrante
en nuestro pecho prendido
con dulce llama que quema
como fogón encendido,
y que se vuelve poema
armonioso y delirante.
Con su fulgor estrambótico
nuestras sendas ilumina
y con efluvio simbiótico
el corazón nos domina.
Pleno de fuego y lascivia
por las venas se diluye
como licor exquisito,
y cada gota que fluye
nos transporta al infinito
y nuestras penas alivia.
Por eso siemre le canto
con el pecho apasionado
porque nos ofrece un manto
de dulces sueños bordado.
Siempre pulsaré mi lira
dedicándole mi hosana
con magnífica cadencia
que de brillo a la mañana
con esa luminiscencia
que a todo poeta inspira.
Autor: Aníbal Rodríguez.