Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - Pisadas en el Callejón - Parte I~**

Francisco del Castillo un hombre de mediana edad, alto y con una doble vida, pues, en su forma de existir sólo tiene buenos deseos en sobrevivir en el ademán frío de esa doble vida. Porque cuando en el alma se enfrió lo que más conlleva a toda una verdad y tan fría como el mismo hielo, Francisco del Castillo, sólo quiso en sobrevivir. Y viendo al callejón frío y desolado, y tan álgido como el mismo viento que sopla en el callejón se vio delicado de iras y de un odio latente en su camino. Y como estalla una bomba, así fue el deseo en fuego de Francisco del Castillo, cuando fue como el mal deseo de entrever la conmísera alegría en su camino después de creer en el alma desierta de ver el callejón con fuego de sus iras y más de esas pisadas en que Francisco del Castillo pisa hasta llegar al callejón. Porque cuando Francisco del Castillo da pisadas en el callejón se convierte todo en fuego. Y todo porque en el trance de la certeza Francisco del Castillo pasa por el callejón hace un fuego infernal en que casi quema a su alma fétida por esos malos actos en que cubre más a su pobre alma. Cuando en el trance de la verdad se aferró Francisco del Castillo al desierto mágico de un fatal desenlace y a un final conmísero en atraer a la vida siniestra de una mala decadencia a esa doble vida. Cuando en el altercado frío y de esa cruel camorra entre tener una doble vida y una sola existencia, se vio entre las sombras bajo un árbol ya seco. Y Francisco del Castillo, se vio atormentado y tan frío como la misma vida porque cuando se pierde el deseo de amar ya él pierde todo. Y la doble vida de Francisco del Castillo, se vio aterrada de una verdad, de que pronto se convertirá en murmullo o habladurías de la gente. Cuando a la verdad de que Francisco del Castillo, sí, tenía vida y más que eso una doble vida. Cuando su mujer Julia, se dio de cuenta de que tenía a otra familia en el mismo deseo y amor en que mantiene a su propia familia fue un fugaz encuentro, sí, en el callejón, donde allí mismo se forma el fuego por unas pisadas que deleitan a Francisco del Castillo. Porque cuando en el altercado familiar y de ambas familias, se vio fríamente Francisco del Castillo en contra la pared. Y, sí, fue allí mismo, en el mismo callejón por donde se pasea el más vil de los fuegos, porque cuando da pisadas en el callejón Francisco del Castillo, se concentra más el fuego, sí, y con esas pisadas llenas de fuego en el callejón donde Francisco del Castillo reúne a ambas familias para poder enfrentar su destino y su desdicha como padre de familia. Y siendo un bígamo lo confesó todo. Cuando conoció a Julia y a Ángela, y cuando se agrandó ambas familias, y se enredó el combate de dar con el calor y el frío de una gran existente familia. Cuando en la alborada fría se enfrió el deseo de amar a Julia más que a Ángela, se perdió el deseo mayor de embriagar el alma de deseos y de un nuevo amor. Cuando en el trance de la verdad se vio fría y tan álgida como llevar lejos el ir y venir lejos, en esa triste alborada de sentir el silencio en la misma plenitud de la misma soledad que le ahoga. Cuando en el suspiro de su alma, se dedicó en fuerte atracción en saber del imperio sosegado de un soslayo por parte de Francisco del Castillo. Porque cuando en el alma se intensificó lo que más acontece el alma, se dedicó en sentir el frío nefasto de creer en el alma sintiendo el álgido fuego que aunque es fuego era tan gélido como el mismo viento que le sopla en el alma. Cuando en el tiempo y más en el ocaso vivo se dedicó al arte de entrever el desierto mágico de ver el alma sin más ni más, cuando en el alma queda como una eterna delicadeza de dar con la conmísera existencia y una doble vida. Si su existir quedó como el conjunto de creer en el alma de creer en su alma devastada de iras y de impotencias sin poder concluir con la fría verdad. Porque cuando en el alma se detiene por una solución devastada en creer en el altercado que se formará entre dos familias y de un mismo hombre cuando en el nefasto delirio de un sólo tiempo se dedica en formar un sólo trance a la verdad. Cuando en el frío desenlace de esa cruel vida y de esa terrible existencia creó algo mágico y con un sólo amor en su pobre corazón. Porque Francisco del Castillo, se vé álgido cuando cree en amar a Julia y a Ángela al mismo tiempo. Cuando en el altercado frío de un comienzo se cree en el deleite de sufragar el amor en dolores de un sólo pensamiento. Cuando en el frío de la vida y de su corta, pero, muy trascendental existencia se vio con un hálito empeñado en una nieve y tan fría. Cuando en el frío de la verdad se vio tristemente abatido de una empeñada desesperación de creer y en poder sobrevivir a su doble vida. Cuando en el alma de creer en el puñado de sorpresas se vio indeleble como a las familias concretar tal encuentro en ese callejón. Y en ese callejón las pisadas de Francisco del Castillo, fue cuando en el trayecto de la certeza se vieron y tan frías como hacer el mismo fuego arrastrando el frío en ese mismo callejón. Cuando en el destino frío se entristeció su forma de creer en el alma a cuesta de la certeza de ver el comienzo de saber de su coraje en el corazón. Cuando en el trance de la verdad se vio fríamente indeleble como el trance de la verdad cuando en su afán de creer en el delirio nefasto de esa doble vida, sí, de Francisco del Castillo, se vio indeleble como el mismo trance de la verdad, cuando al acecho de la insistencia se debió de dar como el mismo trance de esa doble vida. Y decidiendo entre dos buenas familias en que formalizó con sus dos grandes amores Julia y Ángela. 

Y el callejón solo y tan solitario y tan desolado como la misma cara de la desesperación de creer en el trance perfecto de la verdad, si en el altercado frío de la verdad se dedicó en fuertes atracciones de sentirse en el ademán frío de dar con el defecto de creer en su doble vida, cuando en lo imposible de dar una creencia en soledad se dedicó en ser fuerte, pero, sus debilidades se enfrían cuando las dos familias saben de la existencia de la doble vida de Francisco del Castillo. Y el callejón con pisadas frías dentro del ocaso álgido como el mismo ademán y tan frío como poder creer en la doble vida de dar una sola soledad en el alma sino con una locura perdida en el camino por donde van los desafíos entre el amor de esas dos familias, cuando en el altercado se entreteje como telaraña fría y tan álgida como el mismo ver en el tiempo un amor perdido por desconocimiento. Si en el alma de Francisco del Castillo se vio gélido y tan normal su vida y su existencia en que el ademán frío de su acometido de dar con la verdad de que su mundo se hizo como el nuevo desenlace de dar con la única existencia a su doble vida, sí, la de Francisco del Castillo. Cuando en su afán de saber que en el alma esta fría y de que se entristeció el combate de dar con la ira y la insistencia de creer en el camino de unas terribles pisadas en el callejón y de Francisco del Castillo, cuando en su afán de saber en la resiliencia de su doble vida no pudo creer de que él mismo se dedicó en cuerpo y alma, a realizar y en haber formalizado a esas dos familias. Cuando en el altercado frío de un sólo instinto se dedicó en cuerpo y alma a saber de su capaz corazón en amar y crear a dos familias dividiendo su existencia en dos vidas y tan increíbles, pero, tan nefastas como ser bígamo con Ángela. Cuando en su afán de creer en la insistencia, cuando en el hálito de creer en el frío en ser como el mismo calor de unas pisadas en el callejón porque cuando en el altercado del dolor se vio indulgente y tan frío como poder perdonarse a sí mismo, pero, con severidad las dos familias lo castigan y sin llevar a juicio su vida bígama ni su tiempo en consecuencias raras de dicha y de alegría. Si en el altercado de creer en el desierto mágico de saber de su ineficaz mala consecuencia de creer en el alma desierta de dar con la mágica verdad de que su entorno se pudo saber en su plenitud y tan amargo sabor como del mismo limón. Y cayó en redención una efímera verdad en que saltó una eficaz tormenta cuando en el alma se cuece de fuegos como las pisadas en ese mirífico callejón de un fuego trascendental. Cuando en el traslúcido de un tiempo se hechizó como el mismo tormento cuando las dos familias saben de la efímera verdad, pero, tan real. Porque cuando en el trance de la verdad de la magia de la seriedad de su alma, se vio como el desastre de creer en la desesperación de dar con la salvedad de haber creado una mala situación en saber de esa mala creencia de haber creado a dos familias. Cuando en el altercado frío dejando frías y con un fuego descendente se vio y se creó como el desastre de sentir el silencio suave y delicado. Cuando en el imperio de su vida se enfrió el deseo de creer en el desierto mágico en dar una sola solución en creer en el ingrato porvenir incierto dentro del acecho, cuando en el frío se sintió como el suave desenlace de dar una sola solución cuando en el terrible acto quedó malhumorado de creer en su instinto de que su alma se fue de rumbo como ese mismo fuego en el alma. Y sintiendo el suave desenlace de ver a su familia en altercados y camorras se vio Francisco del Castillo frío y como tan álgido como el mismo tiempo en que él formalizó a esas dos familias. Cuando en el afán de creer en el amor por cada familia se electrizó su forma de dar en el alma a todo el amor en el corazón. Si su mundo era como el de creer en el cielo lleno de soles, hasta que llegó el tiempo de saberse toda la verdad, y de dar con la sorpresa de entregar hasta el alma y el corazón. Cuando en el altercado frío de creer en su corta alma, se electrizó al final de caer en el trance de la verdad de dar a conocer su historia y su sana verdad de haber engendrado a dos familias con el mismo amor. Y quedó como el mismo trance de la certeza de envenenar hasta el alma a Francisco del Castillo, con tan sólo creer en el cruce de la verdad a cuestas de la sola razón, cuando en el altercado frío de creer en el embate con una sola locura de Francisco del Castillo se vio entrelazando la verdad con la fría mentira. Si se enfrió en el desastre de creer en la verdad a cuestas de la crudeza del alma cuando en el alma se siente como el pasaje de dar con la clara soledad de ver el cielo en cruces veraniegas. Y con la sola soledad queda el alma de Francisco del Castillo cuando en el desastre de ver el cielo de tormenta cayó en redención y con toda lluvia cuando en el ámbito del dolor y con la forma de crear el alma a ciegas de la verdad de que su mundo cayó como tempestad fría y que en el trance de la magia de la certeza se vio fríamente impetuoso. Porque cuando en el desastre de creer en el alma se ofreció con la certeza de ver el cielo con una fría tempestad en clasificar la razón que le da superar a la doble vida que lleva. Cuando en su mundo se cree en la intensificación de dar con la salvedad de dar con la única seriedad de amar a ambas familias. Porque cuando en el alma de Francisco del Castillo, se vio fríamente adherida a la fuerza terrestre de creer en el trance de la verdad, se vio gélidamente como el mismo tormento, cuando cayeron en el suelo las gotas de lluvias después de mojar a su piel con esa misma lluvia. Y quiso interrumpir el deseo de entrever el desastre en dar un cometa de luz veraniega cuando en el trance del ocaso se atrajo como la misma ansiedad de dar una sola señal en el fuego clandestino de las pisadas en el callejón frío y tan gélido. Si en el altercado frío de su alma quedó como a la verdad de atraer al cometa de luz sin la luz que emana de ella cuando la verdad se descubrió todo en un sólo santiamén. Porque Francisco del Castillo quedó dejando huellas y pisadas y tan indelebles como poder asegurar el fuego en cada pisada que él plasma en ese triste callejón por donde se pasea la sola soledad dejando la tristeza en compás de querer amarrar el desastre de jugar con fuego lo que quema en verdad con pisadas clandestinas de sola soledad cuando en su mundo cayó en redención cuando conlleva una amarga atracción de creer en la mentira que Francisco del Castillo lleva con su doble vida. Y cayó como cae una gota fría de lluvia en el alma cuando su vida calla con lo que calla un sólo silencio en la amarga soledad que lleva desde que se descubrió toda la verdad y, sí, fue allí en el mismo callejón por donde con pisadas en el callejón son fuertes como el dolor y más como el fuego.  



Continuará…………………………………………………………………………………………..