Hoy tocaron a mi puerta las palabras,
venían contentas, alegres a verme...
les dije que eran bienvenidas.
Eran tantas que tuve que abrir mis ventanas
para que pudieran entrar prontamente.
Venían alegres como dije;
pero algunas venían tristes...
que fueron las últimas en entrar.
¡Me gustan las palabras!
Las alegres y también las tristes.
Las alegres para hacerme feliz,
haciéndome reír a carcajadas
y remedio para mi alma.
Las tristes, un mal necesario,
porque son sinceras, justas y verdaderas.
Jugué con ellas hasta más de la madrugada...
formé bellas oraciones que me dictaba
el alma;
hice hermosos castillos con ellas,
cree puzzles, adivinanzas, poemas y misivas.
(¡Son fantásticas las palabras!
ellas nos permiten,
con su generosidad, conocer el mundo,
Durante las horas que pasamos juntos
fraguamos una gran amistad, la que estoy seguro,
para siempre perdurará.
Ellas me regalaron mensajes de afección;
yo les respondí con recados extravagantes,
cargados de confusión
con el propósito de que ocuparan
más minutos en descifrar
los contenidos de mis textos
y poder yo permanecer
el mayor de los tiempos con ellas.
... ya hacía muchas horas que había entrado
el sol por las ventanas... ellas se fueron
de mi casa a media mañana.
Pero al momento de irse
un regalo me obsequiaron:
unas hermosas fotografías de ellas,
que juntas en un libro
formaron un diccionario.
expresar todo lo que queramos
en segundos...)