Por tus grandes ojos negros de azabache yo me perdería,
me volvería un león para dar vueltas al sol,
estaría toda una vida haciendo un viaje sin retorno,
porque detrás de esa mirada cabalgaría todo el universo.
Como no podría haber paz en ese atisbo milagroso,
solo habría cantos con voz clara y sin llantos,
mientras el blanco cisne del lago azul aborda,
aquellos ojos me brindarían las mieles del sonoro verso.
Cuando cae la lluvia minuciosa que confunde los cristales,
bruscamente la tarde se adormece, se desprenden los perdidos arrabales,
un astro negro y ansioso se arrolla en las hebras del corazón,
es entonces que las uvas de las parras se asemejan a tus grandes ojos negros.