Pasa el manto de la noche
en una letanía que carcome
cual roedor insaciable
los sesos que no duermen.
El tiempo es un gitano
que recorre la circunferencia
interminable que lo encarcela.
La soledad un remolino
que engulle con sus fauces
recuerdos subterráneos
anhelos postergados.
Se dibujan en la memoria
estilográfica de la ausencia
las siluetas de la nostalgia
los rostros del olvido.
Cae como lúgubre hojarasca
el tañer de un campanario,
lucha un puñado de luz
con la madrugada universal.
Y yo, en mi soledad espero.
01.06.22