AMOR DE OTOÑO
Aún conservo ese gran paisaje del día en que te conocí
Eras una niña, frágil pálida, con la piel translucida,
Lozana con la suavidad de una caricia maternal
Jugabas llena de risas y carcajadas en el columpio
Y tus cabellos se burlaban del viento
Las flores de los arboles lucían radiantes
Para decorar tu presencia que se escurría furtiva
Entre los arbustos al corretear mariposas
No parabas de reír y cantar una canción
Corrías tan de prisa que no mirabas por donde
Hasta que notaste te miraba
Me miraste de soslayo y me sonreíste
Y la luz del sol se opacó con la luz de tu sonrisa…
Tus ojos sonrieron con tanta gracia
Que se me impregnaron en el corazón….
Los días y las noches sucedieron desde entonces
Reuniéndose en días semanas y meses
Luego en años y lustros,
Sin volver a verte nunca más…
Hoy con el cabello cano he venido a visitar
El mismo parque para recordar…
Y aun observo que sigue igual,
Las mismas bancas y el mismo matorral
El mismo columpio donde solías jugar
Los mismos árboles y sus ramas desnudas,
Sin hojas y sin flores, pero llenos de vitalidad
Misma vitalidad que me invade
Desde ese día en que te hallé
Sentada en la banca detrás del columpio
Donde solías jugar
Y donde aún tus cabellos, ya menos abundantes,
Les coqueteaban al sol cobrizo
que iluminaba el atardecer.
Tu mirada otrora esquiva,
se iluminó al verme surgir de entre los matorrales
y mi corazón se turbo de emoción
al comprender, que a pesar
de tan prolongada ausencia
y de todo el tiempo transcurrido
el mutuo sentir no había envejecido
y en cómplice silencio con el otoño
sobre nuestras sienes
floreció el amor
Y desde entonces cada atardecer
Con el corazón alborozado
Saturados de reciproco amor
Nos sentamos en la banca detrás del columpio
Con nuestros besos y nuestras risas
Vitalizamos las hojas secas caídas
Que se pasean con el viento
Por el escenario de nuestro eterno amor