Nunca he estado solo.
No estoy solo ni estaré solo,
porque Él ha estado siempre conmigo.
Antes de hacer que yo fuera,
Él ya era.
Ahora que soy, Él también Es.
Y, si yo dejara de ser,
cosa que es “ineludible”,
de todos modos Él seguirá siendo lo que Es.
Por Él yo fui y por Él sigo siendo,
más Él por nada y por nadie ha sido y Es,
porque Él es el mismo Ser Subsistente.
De sus manos he salido,
por sus dedos he sido forjado.
En Él y por Él me muevo y existo.
Por eso, no estoy yo sólo.
Me acompaña mi Principiador,
está conmigo mi Gran Hacedor.
No estoy yo sólo, no…
Antes que existiera…
Él me amó, me pensó y me creó.
Antes de nacer me amó.
Prefirió mi existencia a mi inexistencia…
Antes de conocerle me eligió:
para estar conmigo y yo con Él.
Por eso, yo soy de Él y Él es para mí.
Y así, es evidente que, no estoy yo sólo.
Va conmigo mi Alfarero…
Lo tengo cerca, tan cerca que le puedo hablar.
Lo tengo en el otro que está a mi lado…
Me mira y yo lo veo.
Lo veo en cada amanecer,
atardecer y anochecer.
Lo veo en cada rostro sonriente,
en cada rostro triste y en cada rostro sufriente.
Lo veo en cada anciano solo y abandonado…
Lo veo en cada niño desamparado…
En todo lo que existe yo lo encuentro.
Mis penas son sus penas,
su corazón es el lugar de mi descanso.
Cuando no soy comprendido ni escuchado,
Él es todo oído para mí.
Él es mi solución, Él es mi razón.
Si los humanos me abandonan,
nada temo, pues Él está conmigo y me acoge.
Me pueden, mis semejantes, dejar en la indiferencia,
pero para Él soy importante y tengo valor.
Ante cruces para las que ya no tengo fuerzas,
pone sus espaldas y las lleva por mí.
Frente a mi enemigo fuerte,
Él es mi fuerza, mi energía y mi defensa:
¡Baluarte donde me pongo a salvo!
Cuando me ve con los pies agobiados,
de tanto caminar y en vano,
me carga sobre sus hombros y me lleva consigo.
En mi ceguera es mi luz y mi guía.
Por eso, no estoy yo sólo, no.
Va conmigo mi Amigo, mi Hermano y Compañero:
JESÚS.