Cae la lluvia empapando tu cuerpo erguido
En el bosque tan oscuro que corona tu rostro
Quién supiera todo lo que escondes ahí dentro
Ahí de donde entre mis dedos sigilosos escapan gorriones
Las gotas golpean tus ojos a veces incandescentes
Al mirarte así distraído parecen zafiros
Golpean las gotas tu boca que ansiosa yo paladeo
De donde procede un néctar que nunca se acaba
Y cada chorro que por tu barbilla baja me encela
Me encela verte la tela delgada que a tu silueta se adhiere
Es la epifanía del Deva en su terrenal excursión
El petricor Incita a mis manos resbalar por sus formas
Bajar de tus hombros grabando con mis uñas
En tu espalda amplios surcos, iniciando un rito
Y con delicadas cosquillas exaltar la sangre en tus venas
Enchina mi piel cuando me acorralan tus brazos
Y los ríos que caen en mi ocasionan descargas
Mas abundante que esa lluvia son las punzadas
Que enervan mi anhelo
De sentir ajustarse en tus muslos mis caderas vibrantes
Y atenazar con furor en tus manos mis pechos
Rayos y ríos despiertan tu miembro codicioso y henchido
Rayos y ríos cuando lo siento agitarse en mi vientre
Hasta que en su frenético vaivén mi ser en el tuyo se funda
Y nos lleve potente a esos cielos
Donde los osados amantes desvelaron
En un instante, de la pasión todos sus arcanos