Poetadsym

En el amanecer de sus ojos

Ella convivía con sus rimas como designada a no ser leída como el más bello de los versos; en su piel aun yacían perdidas sin rumbo fijo cada una de esas bellas poesías que se recitaban a la luz de la Luna en lo más oscuro de sus universos.

Y yo la veía así, como pérfida entre la nada, inducida a la soledad que le presentaba esa cegante niebla—. Desde luego —pensé—, ella debe ser un verso de poeta desconocido. Quizá sea en su propio universo en donde se pierdan algunos de romances no percibidos—. No me creo la gran cosa —proseguí—, pero creo tener las rimas perfectas para dibujarlas en su piel.

Y así, en su desnudez, yo comencé a ahogar mi propia timidez. Cada gemido dado por su cuerpo era el equivalente a mis propias rimas recitadas en ella con mis labios, los que ardían bajo la pasión infernal que quemaba en su piel. Así yo me perdía al alero de ella, como queriendo ser consumido por su propio infierno. Quizá conozca de esa manera, como mis rimas me habían convencido, en el amanecer de sus ojos, el poema del verdadero amor eterno.