No sé
imaginarme otra cosa,
mis deseos todos
corren hacia ti
celoso
de quien te hace sentir
ahora tan viva...
Y mi inquina
es sin límite;
yo que pasé
de estar a tus pies
a esto
prisionero
me encuentro ahora
de tus latidos
en la noche infinita
de mis suspiros
por ti
que me repudias.
Dame otra
para que pueda
al fin
levantar cabeza
entre la escoria;
mente sucia
se desglosa:
es mi naturaleza
redentora
la que me lleva
todo a rastro
por callejones
camino recto
hacia la gloria,
de esta psicosis
dueño a veces
(sigo a mi sombra
a través de paredes,
todavía sin nombre
e irreconocible
a un desastre mayor
vertido el instinto
a esta hora pronto)
cuando exploto
por todo lo que me aborrece
en esta vida
yo inhóspito,
rutinario,
angosto...
Me matas contigo,
eso yo adoro;
mi estado ya es crítico:
lo que hace el amor...
Tan solo somos dos
almas perdidas
en un mundo hueco;
hacemos honor
al insulto nuestro
con su eco en las estrellas.
Menudo agobio
que me es vivir
sin ti ahora,
más no me arrepiento
de nada de lo hecho
por desahogarme
de tus brazos,
siendo honesto
hasta la médula
como buen hombre debe,
y refrenarse sus calambres,
¡que el mundo se lo come!
En un espasmo,
y nadie vuelve
entonces de aquello...
Yo aún estoy superándolo
y no me jodas
que estoy borracho
pero aún controlo:
tanto es demasiado
para uno solo.