La mañana agonizaba lentamente
sin haberse despertado todavía.
En la aurora se deshizo…
estirada en un bostezo prolongado.
La pereza le gano sin levantarse…
y la cubrió de una impotencia insostenible…
que prefirió huir del tiempo…
y pernoctar en el silencio.
Acurrucada en el regazo del cansancio…
se sintió contrariada e indefensa,
con sus ganas derrotadas,
atrapada en lo perpetuo…
en un sueño dilatado que evita al alba.
Ahí quedó petrificada…
sin palabras…
ceñida al gris de la alborada.
La mañana sucumbió ante el insomnio,
se negó a abrir sus ojos fatigados,
y huyó por el sendero de la angustia,
por el filo de utopías espantosas…
atinando a pesadillas repetidas…
que van abriendo más heridas.
La mañana se sintió desmotivada.
Respiraba un fuerte aroma de tristeza.
La mañana va expirando más a prisa,
y no da espacio a arrepentirse,
va derecho a cumplir con su destino,
esperando a la sombra de un lamento…
al reverso de esta historia sin memoria.
Y ahí quedó paralizada…
desengañada y confundida.
La mañana se murió…
trágicamente lastimada…
y fue por culpa de tu ausencia…
convertida en abandono.