Aquella serpiente antigua
la que cortó las estrellas,
era un tercio, eran bellas,
más la serpiente era ambigua.
Adán le creyó en Edén,
murió entre animales y flores;
Eva sanó mil dolores
cuando dio a luz en Belén.
Y cuando el niño crecía
por la gracia del Señor,
enseñaba de su amor
y anunciaba su agonía.
Cuando se llegó el momento
de triunfar sobre la cruz,
brilló en el mundo su Luz,
oscureció el firmamento.
Es la Paz, es el Camino,
es el que venció al Dragón,
es quien en la Santa Sión
ya vistió a Adán de lino.